martes, 24 de febrero de 2015

29 de febrero.

29/02/XX:



Cada cierto tiempo siempre estás igual.
Es hora de hacer algo más fácil, darle a la suerte más opción de sonreírte.
Crees en lo que haces como aquel que espera un 29 de febrero.. al principio piensas: ¿Tocará esta vez?, y en marzo ya sabes que no, que este año tampoco.
Tropiezas, tropiezas, tropiezas. Eres un suicida. Y aún tienes ganas de reírte después de cada misión fallida.-


-Yo te digo que no has entendido nada.
Que la hora no esté fijada es la mayor de mis suertes.
Volveré a tropezar una y otra vez y eso para mi ya es suficiente.
Porque no hay peor suerte que la de aquel que se quedó encerrado en una fecha y no es capaz de tachar el día.
Lo ves a diario. Personas esperando el 29 de febrero sin saber que este año tampoco es bisiesto.
Mala suerte de verdad la de aquel que no encuentre algo que vuelva a hacer funcionar su reloj. O alguien.
Si ese alguien eres tú, mejor. Y si no, mejor. Aunque no tenga sentido.

Puedo decir que las manecillas ya corren, los minutos pasan y yo me encargo de que cuenten.
Hay que hacer algo con el tiempo, y no siempre tiene que ser el amor(en sentido metafórico).
Haz la amistad, el cariño, la alegría, la felicidad. ¡Haz los sueños! 'Hacer los sueños', ¡qué estúpido! Hazlos realidad, quiero decir.
Tropieza, pero dale oportunidades a más proyectos, a más ideas y, ¿por qué no?, a más piedras.
O a diamantes. Porque ya que estás, que menos que tus piedras brillen, como las mías.
Entiendo por diamante a cualquier cosa que te apasione, te haga sentir vivo, te haga latir el corazón, algo por lo que merezca la pena levantarse por las mañanas y que no te deje dormir por las noches.
Por suerte tengo muchos, y siempre estoy dispuesto a darme una nueva oportunidad.

Y yo no tengo ni idea de cuando la suerte me sonríe, pero la vida si que lo hace a menudo.
Mucho más desde que yo la hago sonreír de vez en cuando.

Por eso, amigo mío, aquí te expongo mi nuevo tropiezo de antemano, por lo que pueda pasar.
Al menos estás más vivo, al menos, de vez en cuando, lo tocas con los dedos.
Es por todo ello ,y no necesariamente todo ella, que río.

Dentro de cuatro años, en 29 de febrero, me podrás contar qué tal todo este tiempo esperando.
Yo te contaré lo que he llorado, fracasado, perdido y, sobre todo, intentado.
O puedes dejar las piedras y venirte a buscar diamantes, igual algún día nos/te/me sale cara.
Y si tropezamos, por lo menos no habrá sido esperando 4 años la misma piedra.-, le djio Alicia al gato.